viernes, 10 de julio de 2009

CENEVAL: el reto de la independencia


El viernes llegó a mi despacho el Informe de los Resultados Educativos de la Secundaria entre 2003 y 2004, elaborado por el Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior - CENEVAL. Da a conocer los resultados del examen de ingreso a la educación media superior y, por ello, resulta un material muy importante para detectar los problemas que tenemos en el nivel básico, datos para comparar, así sea de manera indirecta pero confiable, la diversidad de los niveles de aprendizaje tomando en cuenta las distintas modalidades escolares, la variación regional y las diferentes áreas que conforman el instrumento que se aplica. En el periodo que atiende, muestra información de casi 700 mil egresados de la secundaria en todo el país: no son menores ni el número ni los indicadores que aporta.
Desde hace 12 años existe el CENEVAL: al fundarse, se dio paso a una asociación civil, independiente en su conformación y gobierno, que evitara lo que ocurría antes: la evaluación se llevaba a cabo por uno de los agentes centrales del proceso, la SEP, convirtiéndola, entonces, en juez y parte de sus propias actividades. No olvidemos que, durante años, los resultados de los diagnósticos nacionales e internacionales se mantuvieron en secreto.
Como toda obra humana, tanto el CENEVAL como el Instituto para la Evaluación de la Educación (INEE) son perfectibles, pero su existencia es crucial sobre todo por la autonomía relativa con la que operan en sus trabajos —no son autistas— y la sana concepción de independencia que asegura un aporte no sesgado por los intereses o caprichos del poder en turno.
En el caso del CENEVAL, hoy rinde el informe previsto, ante el Consejo Directivo, su director general Salvador Malo, correspondiente al periodo 2002 - 2006. Como está establecido en sus estatutos, una vez escuchado y tras analizarlo, el Consejo tiene facultades para proponer la continuidad del Dr. Malo al frente del CENEVAL por otro periodo, o recomendar a la Asamblea General la renovación del Director. El proceso está claro y para su resolución apegada a derecho es absolutamente necesario que cada integrante del Consejo Directivo manifieste su parecer de manera libre y sin presión alguna: en eso estriba el eje de la libertad y certidumbre en sus procesos de autogobierno.
La experiencia con el CENEVAL que ha tenido el escribidor de estas líneas ha sido crítica, en el mejor sentido de la palabra: he procurado ponderar sus ventajas, señalar desacuerdos con el mayor fundamento a mi alcance y, a lo largo de 12 años, he seguido con atención su desarrollo. Antonio Gago lo dirigió los primeros 8 años y los últimos cuatro Salvador Malo. Con ambos he podido dialogar, y debatir, sin cortapisas. El espacio a los que piensan distinto ha sido notable. Vaya un ejemplo: al cumplir 10 años, el actual Director convocó a un debate sobre el CENEVAL y sus exámenes en el que participamos, entre otros, dos apasionados por la educación: el que esto escribe y mi tocayo Manuel Pérez Rocha, Rector de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Pensamos distinto, somos amigos y colegas que procuran comprender los argumentos de los demás. Que este debate, intenso, haya sido propiciado por el CENEVAL, y llevado a cabo su propia sede, indica la apertura necesaria para el mejor desempeño de esta institución que no es de la SEP ni de las instituciones tradicionales, por poderosas que se crean: es patrimonio de la sociedad y defender su independencia no es trivial. Es una obligación democrática.
Lo que suceda hoy - si deriva del juicio libre e informado de los integrantes del Consejo Directivo - será bienvenido. No me toca (no es, ni de lejos, mi papel) pronunciarme en torno a la continuidad o no del actual Director. Pero sí me importa expresar mi acuerdo con la raíz de fondo de su pertinencia: la libertad en sus procesos internos. Cada consejero, en conciencia, habrá de ponderar lo realizado; hacerlo de otra manera, regresando al malhadado hábito de sucumbir a la presión externa o aceptando "la línea" emitida desde "arriba", sería, simplemente, renunciar al fundamento de su existencia, perfectible en su proceder, pero básica en el futuro. Ojalá los consejeros, y luego la Asamblea, estén en a la altura de su responsabilidad. Eso esperamos y estaremos atentos.

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