lunes, 27 de julio de 2009

Crisis educativa

E l 90% de los 2 millones y medio de alumnos que anualmente ingresan a la educación primaria en todo el país deserta o se queda en el camino, y solamente 10% (250 mil) logran terminar sus carreras. Este desperdicio humano y presupuestal nos da el primer grave indicador del fracaso en la lucha frente a nuestros competidores de China, India y el sureste asiático, cuya capacidad terminal educativa es inmensamente más elevada que la nuestra, lo que les permite incorporar a decenas de millones de profesionistas de alto desempeño, que anualmente impulsan a esos países en su desarrollo.

Como si eso fuera poco, en México, del medio millón de alumnos que ingresan a la educación superior sólo 300 mil aplican el examen de Ceneval para conocer su nivel educativo, y ahí también la reprobación es masiva, sobre todo en Español y Matemáticas, y cuando el método de valoración del Ceneval (EGEL) se le aplicó a 50 mil profesionistas ya egresados de las distintas carreras nacionales, 57% de ellos reprobó; en algunos casos de manera verdaderamente catastrófica, como ocurrió en ciencias agronómicas, donde 89% reprobó; en ingeniería eléctrica, 87%; en cómputo, 82%; en ingeniería industrial, 60%; en ingeniería civil, 58%, y en medicina, 53%. Todo lo cual viene a refrendar que el mal no se halla solamente en la educación elemental y media, sino que también se refrenda en una buena parte de la educación superior, salvo las instituciones que se someten a una evaluación permanente, independiente y confiable en sus programas y en sus resultados finales.

Este bajo nivel académico mayoritario y sus corrosivas consecuencias se reflejan en otro informe del Ceneval, que nos señala que 41% de los recién egresados de la educación superior no tiene un empleo remunerado, y 30% de los que sí laboran lo hacen en alguna actividad distinta a su profesión, obteniendo la cuarta parte de ellos ganancias menores a 2 mil pesos al mes. Esto se reproduce de una manera dramática en los egresados de medicina y de ingeniería química, que en más de 80% ganan menos de esos 2 mil pesos mensualmente.

Para no entrar en los temas de educación básica y media, que ya son un tabú político infranqueable, y refiriéndonos únicamente a las actividades universitarias, a partir de la "federalización" del sistema educativo, que permitió que los estados de la República autorizaran programas académicos profesionales, el número de dichas validaciones oficiales (Rvoes) se ha multiplicado al infinito para crear cientos de universidades patito en todo el país, que muchas veces son fruto de concesiones del gobernador en turno para algún cómplice o favorito, en los mismos términos que se reparten los permisos para transportes colectivos o cualquier otra canonjía fruto de la corrupción; lo que se repite en el ámbito de las intocables universidades estatales que se dan el lujo de "incorporar" a instituciones deleznables, protegiéndolas con el manto de una "autonomía" entendida como un monopolio de impunidad y de abuso frente a los derechos de toda la población para recibir una educación digna y eficiente.

Por esa razón, debemos reconocer y apoyar en todos los ámbitos a las instituciones universitarias de excelencia en el país, sean públicas o privadas, combatiendo a las escuelas patito y a las autoridades corruptas e irresponsables que las propician, dando así la gran batalla por todos nuestros estudiantes y por la prosperidad que México tanto necesita.

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