lunes, 13 de julio de 2009

Denuncia manejo de intereses en el examen único

Señora directora: El suicidio de jovencitas como consecuencia directa de los exámenes de selección está generando una amplia y soterrada preocupación entre los padres de familia de la ciudad de México. Sin embargo, la respuesta de las autoridades educativas (SEP-INEE) ha sido exonerar de toda culpa al examen único. No se quiere ver el indudable papel de disparador de la desesperación que puede tener en la vida de un joven un test de todo o nada: UNAM o Conalep, como es el examen único. Sobre todo cuando, además, se utiliza para legitimar y mantener la escasez de lugares y de instituciones del tipo UNAM, IPN, las que claramente ofrecen mayores perspectivas. Obligar a adolescentes de 15 años a poner todo el peso del futuro en un examen de este tipo es una estrategia tan discutible que en Estados Unidos quien vende y aplica este tipo de exámenes desde hace años ha hecho una advertencia que ahora adquiere un nuevo y ominoso significado: "debe evitarse el uso del número de aciertos como la única base para tomar decisiones importantes que afecten la vida de los individuos..." (College Board, Cuidelines, 1988). La SEP fue informada de esta recomendación desde hace ocho años pero la ha desoído, como también las advertencias sobre la mayor vulnerabilidad de las jovencitas frente a este tipo de exámenes. Ahora, vemos las consecuencias, pero la SEP no. Esta insensibilidad, sin embargo, no es casual, tiene como raíz el profundo compromiso que ha establecido la SEP con el Ceneval (el secretario Tamez es miembro prominente de la asamblea de asociados de ese organismo privado). Pero es un compromiso que ha dejado en la más completa indefensión a cientos de miles de jóvenes. ¿Qué consideración real puede recibir una queja contra el examen único si la máxima autoridad encargada de vigilarlo es parte integral, y del más alto nivel, del organismo privado que lo diseña y opera? ¿Qué garantía de que recomendaciones tan importantes y vitales como la arriba señalada, pero que no conviene al Ceneval, serán puntualmente atendidas? El compromiso, además, hace olvidar a la SEP algo fundamental en toda relación entre gobierno y ciudadanos: la confianza que los padres de familia implícitamente depositan en la autoridad educativa. Confían en que este procedimiento no es cualquier iniciativa "patito". Sin embargo, la SEP falla también a otra confianza elemental que todo padre de familia tiene respecto de este procedimiento: que el examen único evalúa a profundidad y que no tiene como propósito previo y deliberado restringir el acceso de sus hijos a la educación media superior pública. En el primer caso, ya no un organismo externo sino el propio ex subsecretario de la SEP y fundador del Ceneval, ha señalado francamente lo que muchos estudios reiteran: que las evaluaciones que utiliza el Ceneval no son tan precisas ni profundas. "Se optó por utilizar la modalidad de exámenes de opción múltiple, aunque hay plena conciencia de que otras estrategias son más precisas y profundas. Toda evaluación masiva debe pagar este precio". (Gago Huguet: Algunas experiencias del Ceneval... en: Evaluación de la calidad y gestión del cambio, ANUIES, 1995). Sin embargo, ser excluido o asignado a una escuela no deseada con base en una evaluación que se reconoce no es la mejor es un precio demasiado alto para un joven y su familia. En el segundo caso, también han sido los responsables del examen único los que han informado a la SEP (y ésta nada ha hecho) de que sólo el primer año no se aplicarían políticas realmente restrictivas: "por ser esta la primera ocasión (en que se realiza el examen único) se decidió aplicar políticas que implicaran un mínimo indispensable de restricciones al acceso a la educación media superior (...) se prefirió incluir a más aspirantes antes que excluir indebidamente..." (Comipems,Conclusiones del concurso de selección, 1996). Por todo esto, para evitar la exclusión de decenas de miles de la educación pública, el desplazamiento de otros cientos de miles a escuelas que no les interesan, el aumento en la deserción, y, sobre todo, para que no prospere la nueva y terrible figura coloquial ya en uso ("las muertas del examen único"), urge que la SEP claramente asuma su papel de autoridad imparcial y responsable. Pero también que el Gobierno del Distrito Federal atienda plenamente la solicitud que desde hace más de un año le hiciera la Comisión de Derechos Humanos del DF de intervenir ante la SEP, a fin de ajustar a los derechos humanos el ingreso de los jóvenes a la educación.

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